viernes, 7 de enero de 2011

La evangelización a toda criatura y la redención limitada.

¿Es posible evangelizar con convicción, denuedo y franqueza a todo ser humano si es que se cree que la redención de Jesucristo es limitada?

Redención limitada es una doctrina que en pocas palabras dice lo siguiente: “Cristo murió por los elegidos y es por eso que sólo ellos serán salvos”. Esto significa que ninguno que no sea elegido puede beneficiarse del sacrificio de Jesucristo y de lo que el mismo trae para el pecador que se arrepiente y cree en Jesús.
No quiero discutir la verdad o falsedad de esta doctrina. Desde que apareció esta doctrina en la historia del cristianismo; ésta ha tenido, tiene (y tendrá) sus defensores y sus detractores. Son muchos los años en que se discute sobre ella entre cristianos e iglesias y no se llega a una solución que “satisfaga” a uno u a otro.
Algunas iglesias cristianas se han dividido a causa de esta doctrina. Eso es lo más doloroso y trágico para mí. No hay ninguna razón para dividir iglesias por esta doctrina pues no está expresada ni clara ni contundentemente en la Biblia. Se puede llegar a ella por medio de razonamiento y lógica, pero a todos aquellos que lo hacen y se afirman en esta doctrina por ese medio, les recuerdo lo que dijo Dios por medio del profeta Isaías hace muchos años atrás:
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Isaías 55:8-9).
Acabo de leer un artículo atribuido a J.I.Packer. Me sorprende con cuánta lógica y tan poca escritura defiende un tema que debería tener más escritura y menos lógica. La Escritura debe parametrar la lógica, no la lógica a la Escritura. En fin. Lean su artículo en: http://www.iglesiareformada.com/Packer_salvacion_biblica.html

Volviendo a texto que he citado. Es muy interesante que estas declaraciones de Dios estén dadas en el contexto de una “ilimitada y limitada” invitación a ser perdonado. “Ilimitada” porque Dios lanza su oferta de perdón a todo hombre impío e inicuo. “Limitada” porque Dios dispone que todo impío e inicuo que deje su camino de impiedad y se convierte y se vuelve a él será el que experimente el “amplio e ilimitado” perdón suyo. (Isaías 55:6-7).
Recomiendo leer un resumen bíblico muy básico, pero clarísimo respecto a este tema.  No tiene muchas palabras ni mucha argumentación más que citas bíblicas. Es por eso, que lo recomiendo. Como dice el dicho: “A buen entendedor, pocas palabras”. Entren al siguiente link: http://www.middletownbiblechurch.org/spanish/reformed/limited.htm

No es mi propósito ahora seguir ahondando en esta doctrina que surgió en algún tiempo de la historia del cristianismo. Lo que me interesa es resaltar y denunciar el efecto pernicioso y negativo que la misma causa en la presentación del evangelio de Jesús y en el evangelizador.
La pregunta que encabeza este escrito me la he hecho y pienso que tiene que hacérsela también todo hijo de Dios que está listo y dispuesto para evangelizar “a toda criatura”, como es que nos mandó nuestro Señor en Marcos 16:15-16 y en otros varios textos antes de irse a los cielos.
Más allá de toda cuestión está el hecho de si es posible o no evangelizar honesta, franca e indudablemente a toda persona de este mundo, creyendo que Jesucristo no murió y resucitó para salvar a todo hombre. Ese es el problema serio que yo encuentro en esta doctrina, muy aparte del hecho de si tiene o no contundencia bíblica.
Este escrito está divido en tres partes, que las mostraré una tras otra:
1. El Señor Jesucristo dejó muy claro respecto a cuánta persona tenemos que evangelizar y discipular.
Las palabras de Jesucristo antes de partir a los cielos luego de morir y resucitar han sido registradas por los evangelistas y tienen la facultad de ser clarísimas y sin ni una pizca de ambigüedad: “Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones…” (Mateo. 28:19). “Id por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16:15). “Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” (Lucas 24:47). “Como me envío el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21 comparado con Juan 17:18). “Y me seréis testigos en Jerusalén, toda Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).
Entre los cristianos no hay discusión respecto al alcance de estos mandatos. La mayor parte de los cristianos estamos de acuerdo en que tenemos que predicar el evangelio a toda criatura (a toda persona, sin excepción alguna), a todas las naciones y en todas las naciones (grupos étnicos, sin exceptuar a ninguno), por todo el mundo y hasta lo último de la tierra (específicamente, eso quiere decir donde haya seres humanos, no debemos dejar ningún lugar en que estos estén sin que prediquemos el evangelio).
Dios nos ha dado esta comisión y tenemos que obedecerle. Nuestro amor a Dios nos impele a obedecerle sin chistar. Somos discípulos de Jesús y como tales, por amor y lealtad a él tenemos que cumplir con su voluntad.
Su voluntad es que prediquemos a toda persona, a todas las naciones y en todo el mundo. En un pensamiento corto, Jesucristo nos ha ordenado que anunciemos su evangelio a toda persona que hay en el mundo.
¿Podemos cumplir su voluntad con firmeza y determinación sabiendo que él nos mandó a predicarle su evangelio a toda persona que hay en el mundo, si es que “creemos” que no murió ni resucitó para salvar a toda persona, como enseña la doctrina de redención limitada?
¿Podemos mirar a los ojos a una persona dondequiera que ésta se encuentre y decirle convincentemente que Jesucristo quiere perdonarle y salvarle de sus pecados si se arrepiente de ellos y cree en él, “sabiendo” que, “posiblemente”, Jesucristo no murió ni resucitó para perdonarle y salvarle él, porque “posiblemente” él no es su elegido?
¿Puede una iglesia tener intercesión y un plan misionero para alcanzar a toda persona en este mundo cuando no cree que la redención de Jesucristo abarca y alcanza a toda persona que habita en este mundo?
2. El fundamento del mandato de Jesucristo de evangelizar y discipular a cuanta persona hay en el mundo es el hecho innegable que quiere salvar a toda persona y que murió y resucitó para hacerlo.
Existen un buen número de textos bíblicos que muestran que Dios quiere, puede y ha provisto salvación para todo pecador que se arrepiente y pone su fe a él. Estos textos están tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Desde luego, también existen muchos textos que declaran y detallan lo que va a ocurrir con los impíos y pecadores que no se arrepienten ni creen en el Dios que quiere y puede salvarles, y además ha provisto salvación para ellos.
Mi escrito está enfocado no en cuántos de los pecadores van a ser condenados sino en cuántos de los pecadores tienen la oportunidad de salvarse. Como ese es el norte de mi escrito, voy a alistar algunos de los textos bíblicos que declaran y detallan la voluntad de Dios respecto al alcance de la salvación de Dios.
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6-7).
 A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad si dinero y sin precio, vino y leche… Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:1, 6-7).
“¿Quiero yo la muerte del impío? Dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartaré de sus caminos?... Porque no quiero yo la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis”. (Ezequiel 18:23, 32).
“Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. (Mateo 11:28).
“Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo; que os ha nacido hoy en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor… ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad de Dios para con los hombres! (Lucas 2:10-11, 14).
“Porque el hijo del hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envío Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3:16-18).
“Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándole en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación” (2 Corintios 5:18-19).
“Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1 Timoteo 2:3-6).
“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:1-2).
Cuando estas palabras fueron dadas, fueron dadas ¿porque Dios tenía en mente a todos los pecadores o sólo a algunos de ellos? Si es que él sólo estaba queriendo, pensando, proveyendo y llamando a un grupo de pecadores, ¿por qué es que no lo dijo? ¿Por qué es que usó palabras tan amplias cuando su plan de salvación no era así de amplio?
Si realmente Dios no quiere, no ha provisto, ni llama a todo hombre al arrepentimiento para ser salvo, ¿por qué es que estos textos bíblicos presentan que quiere y que ha provisto salvación para todos ellos?
¿Por qué debemos ir y predicar el evangelio a toda criatura si es que realmente Dios no está interesado en salvar a toda criatura? ¿Por qué vamos a obedecer un mandato que nos dice claramente que le prediquemos el evangelio a toda criatura cuando Dios no tiene la más mínima intención de salvar a toda criatura sino sólo a unas cuantas?
Cuando Pablo fue estuvo en Atenas predicó su mensaje declarando con firmeza, convicción y franqueza estas palabras:

“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:30-31).
¿Pablo creía que Dios estaba convocando y llamando al arrepentimiento a todos los hombres o creía que sólo algunos de los hombres estaban siendo convocados y llamados? ¿Creía Pablo en la literalidad de lo que estaba predicando o para él las palabras no tenían el significado que tenían, sino que tenían que ser todavía “interpretadas”?

¿Pablo estaba diciendo literalmente lo que estaba diciendo, pero mental y lógicamente estaba diciendo otra cosa? ¿Podemos nosotros ahora leer literalmente lo que Pablo dijo, pero lógica y mentalmente interpretar sus palabras en manera diferente?
Detrás de la firmeza y de la convicción con la que hablaba Pablo estaba su fe y su creencia en que Dios estaba haciendo un llamado literal. Dios mandó que todo hombre de todo lugar se arrepienta porque él quería e iba a perdonar y librar de su juicio a todo aquel que lo hiciese.
Todos estamos de acuerdo en que se debe predicar a toda persona en este mundo, pero es en el alcance de la salvación que Cristo obró donde empiezan las discrepancias. Para un sector de cristianos, Cristo murió para salvar sólo a algunos hombres, no a todos. Para otro sector, Cristo murió para salvar a todos, aunque no todos se salven.
La evangelización que cada uno haga dependerá mucho de qué es lo que cree respecto a este tema. Personalmente, veo muy difícil que uno pueda predicar el evangelio mirando a los ojos a todo hombre si es que no cree que realmente Dios quiere y ha provisto salvación para esa persona que tiene por delante.
3. Una persona que no cree que Jesucristo murió y resucitó para perdonar y salvar a cuánta persona hay en el mundo, no “puede” evangelizar ni discipular con certidumbre, convicción y franqueza a toda persona de este mundo.
Lo que he escrito lo he escrito con temor y temblor. No quiero ser juez de mis hermanos en Cristo. No quiero ofender, lastimar, desanimar ni ser causa de enojo ni de tropiezo a mis hermanos en Cristo que están persuadidos y convencidos de la doctrina de redención limitada.
Aprecio y respeto a Charles Spurgeon. Él era uno de aquellos que creía y abrazaba firmemente la doctrina de redención limitada. He encontrado uno de los sermones en los que él presenta lógica y convincentemente su posición teológica. Ustedes pueden leerlo entrando a este link:
En su sermón, que seguramente fue presentado con la elocuencia y la pasión que era propia de él, antes de concluir, dijo lo siguiente a modo de conclusión e invitación:
“Dejando la controversia, responderé a una pregunta: ¿Por quién murió Cristo? Respóndeme a un par de preguntas y te diré si Cristo murió por ti. ¿Quieres un Salvador? ¿Sientes necesidad de Él? ¿Tienes conciencia de pecado esta mañana? ¿Te ha enseñado el Espíritu Santo que estás perdido? Si es así, Cristo murió por ti y serás salvo. ¿Tienes conciencia de que Cristo es tu única esperanza en este mundo? ¿Comprendes que no puedes ofrecer por ti mismo una expiación que satisfaga la justicia de Dios? ¿Has abandonado toda confianza en ti mismo? ¿Y puedes decir de rodillas: "Señor, sálvame, o perezco? Cristo murió por ti.”
Como puede verse y leerse, Spurgeon no lanzó una invitación y convocatoria abierta a todo pecador para que creyese en Jesús luego de su sermón. No, no lo hizo. Spurgeon lanzó una invitación y convocatoria a todo pecador que cumpliese “ciertas” condiciones. Él no dijo: “pecador, Cristo murió y resucitó para salvarte, arrepiéntete y cree en él para ser salvo”. Lo que él dijo fue:
¿Eres pecador? Si así lo sientes, si así lo reconoces, si así lo confiesas, estás invitado a creer que Cristo murió por ti, porque tú eres pecador; y eres instado a caer sobre esta grande e inamovible roca, y a encontrar seguridad eterna en el Señor Jesucristo.”
Su invitación sólo fue dirigida a aquél pecador que fuese consciente de serlo y que quisiese ser salvo. Su invitación fue solo a ellos porque para él sólo por este tipo de pecadores Cristo murió. Ese es justamente mi punto. La persona que cree que Cristo sólo murió por algunos, aunque esos algunos sean una multitud tan grande que nadie puede contar, no puede convocar ni con franqueza ni convicción a todo pecador para que crea en Jesús.

Spurgeon olvidó que, en la parábola de la oveja perdida y el buen pastor, el pastor salió a buscar a la oveja independientemente de si ésta era consciente o no de que estaba perdida, ni si ella quería que se la buscase. En esa misma manera, Jesús murió y resucitó por los pecadores independientemente de si ellos son o no conscientes de su necesidad de que él hiciese estas cosas por ellos.
Spurgeon ya está en la presencia de nuestro Señor y seguramente ahora sabe en qué estuvo acertado y en qué se equivocó. No he escrito ni hecho esta observación de su sermón para desmerecer su ministerio. Dios usó a este varón y es uno de los predicadores que más he leído y que más me ha animado.
En el presente hay varios hermanos que aprecio que creen esta doctrina. No intento discutir con ellos. Presento este escrito con mi preocupación personal. Es difícil predicar el evangelio a toda criatura creyendo la doctrina de redención limitada.
Es muy difícil decirle a un pecador: “Cristo murió por tus pecados” cuando uno no sabe ni tiene la certeza de si él será uno de aquellos por quienes Cristo murió. Se le puede decir: “pecador, es muy posible, quizás, tal vez, puede ser, a lo mejor… que Cristo haya muerto y resucitado por ti”.
Es más difícil todavía decirle a un pecador: “cree en Jesucristo y serás salvo”. Esta verdad está enseñada en varios textos de la Biblia. Coloco aquí Juan 3:14-18. En este texto fue el propio Jesús quien enseñó que creer en él salva eternamente. Si uno no cree que Jesús quiere y puede salvar a todo pecador, lo que le dirá al pecador será esto: “Cree en Jesucristo y quizá, a lo mejor, tal vez, posiblemente, puede ser… que seas salvo”.
Si un grupo de pecadores fuesen persuadidos por la predicación del evangelio y nos preguntasen compungidos y convencidos, como un buen grupo de ellos le preguntó a Pedro y a los otros apóstoles: “Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2:37). Muy difícilmente les podríamos contestar nosotros con la firmeza y convicción que contestaron estos siervos de Dios, si nosotros no creyésemos como creían ellos, que Jesús quiere y salva a todo aquel que se arrepiente y cree en él.
Si un hombre nos hiciese una pregunta tan clara y específica como la que el carcelero de Filipos le hizo a Pablo y a Silas: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?”. Nosotros no podríamos responder como lo hizo él si es que creyésemos que la redención es limitada. Nosotros no podríamos decirle firmemente: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”. (Hechos 16:30-31).
Tanto Pedro como Pablo asumieron que Cristo quería, podía y había provisto salvación para todo pecador. Para ellos no había duda ni vacilación. Estaban convencidos y por eso hablaban así. Su convicción no dependía de lo que el pecador estaba haciendo o sintiendo en ese momento ni de lo que el pecador haría después, sino de lo que ellos sabían y conocían de Cristo: sabían quién era él, qué había hecho a favor de los pecadores, qué ofrecía y qué daba él a los que creían en él.
Conclusión
Este tema da para más. No he puesto aquí todo lo que quiero ni lo que debo decir. Me siento muy corto para hablar de este tema. Me consuelo en el hecho de que Pedro reconoció que hasta a él le era difícil entender todo lo que estaba escrito (2 Pedro 3:15-16). Pablo mismo mostró que no entendía totalmente a Dios y por ende lo que él ha dejado escrito en la Biblia (Romanos 11:33-36).
Si ni Pedro, ni Pablo, que estaban bajo inspiración entendieron totalmente la Escritura, ¡cuánto más cualquier otro cristiano posterior a ellos podrá entenderla en un cien por ciento, por más piadoso y estudioso que haya sido o sea! Digo esto porque algunos quieren que tomemos partido o por Calvino o por Arminio, como si ellos o sus escritos fuesen el fundamento de nuestra fe.
No tenemos que ser ni de uno ni de otro. Tenemos que pegarnos a las Escrituras, es con ella que tenemos que sustentar nuestra fe, nuestra práctica, nuestras creencias y nuestras enseñanzas. Lo que Calvino o Arminio creían respecto a la redención no es nuestro fundamento, sino lo que está escrito en la Biblia, lo cual es primero y antes que ellos dos.
Hasta este momento yo no he intervenido ni he querido participar en esta discusión. Hace algún tiempo decidí que no voy a gastar tiempo ni energía en lo que no tiene una solución en el presente. Los que están persuadidos de la redención limitada van a seguir con su creencia. Igual va a ocurrir con los que abrazan la redención ilimitada.
Intervengo en la discusión porque conozco iglesias que se han dividido y cristianos que están confundidos por esta doctrina. Me entristece que esto sea así. Participo porque recibo preguntas sobre este tema y creo que tengo el deber de declarar públicamente lo que respondo cuando se me hacen las preguntas.
La redención limitada no puede hacer una convocatoria ilimitada. Esa es su grande debilidad. Muy aparte de que haya textos bíblicos que van en contra de ella. La redención limitada no “puede” cumplir con la gran comisión propiamente dicha.
El que cree en esta doctrina no puede mirar con franqueza a los ojos a todo pecador para ofrecerle el bendito evangelio de Jesucristo; Solamente puede mirar con franqueza a los ojos de algunos pecadores arrepentidos.
El que cree en esta doctrina no puede hablarle con convicción el evangelio de Jesucristo a todo pecador; solamente puede hablarles con convicción el evangelio de Jesús a algunos de ellos.
 El que cree en esta doctrina no puede decirle firmemente a todo pecador que Cristo quiere, puede y va a salvarle si es que cree en él; solamente puede decirle firmemente esas palabras a algunos pecadores cuando ya den evidencias de su arrepentimiento.
Los cristianos e iglesias que creen esta doctrina tampoco pueden rogar a Dios pidiendo la salvación de todos los pecadores. No, ellos solamente pueden orar a Dios, pidiendo la salvación de algunos pecadores que ojalá sean elegidos. Orar a Dios por los hombres contradecirá sus creencias, para ser consecuentes con su doctrina ellos tendrán que orar pidiendo a Dios que salve a algunos pecadores.
Ni siquiera a nuestros hijos y ni a nuestros familiares cercanos y lejanos les podemos predicar con libertad y firmeza si es que creemos que la redención de Jesucristo es limitada. ¿Con qué cara le podemos enseñar y decir nuestros hijos y a nuestros familiares cercanos y lejanos que Cristo quiere salvarle si es que no creemos que es así?
La doctrina de redención limitada afecta negativamente y debilita totalmente la evangelización a toda criatura. No podemos predicar ni con firmeza, ni denuedo mucho menos con franqueza el evangelio a menos que ocurra una de estas cosas:
  1.  O que tengamos la certeza de que la persona o personas a las que estamos predicando pertenecen a los “elegidos”, es decir, al grupo de personas por las que Cristo murió y resucito. Lo cual es imposible de conocer y ver antes de que una persona venga a Cristo y se arrepienta y crea en él.
  2.  O que creamos que Cristo murió y resucitó para salvar a todo hombre y que su salvación no está limitada por él ni lo que él hizo, sino por la propia incredulidad del pecador que no quiere creer ni arrepentirse a Jesús, que se dio a sí mismo en rescate por todos.  
Finalizo este escrito con una porción de la Escritura, una pregunta y una oración.

La porción de la Escritura:
“Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándole en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.” (2 Corintios 5:18-19).
La pregunta:
¿Cómo podemos ir al mundo y a todos los hombres del mundo para decirles con denuedo, convicción y franqueza que se reconcilien con Dios cuando no creemos que Dios haya estado en Cristo reconciliando consigo al mundo y a todos los hombres?

La oración:
“Dios de toda gracia, que eres abundante y amplio para perdonar. Ayúdanos a predicar con firmeza y convicción el evangelio de Jesucristo a toda persona de este mundo. Quita de nosotros todo aquello que no nos permite mirar a los ojos de pecador para declararle con denuedo que tú quieres que se arrepienta y crea en Jesús, a quien tu mandaste para proveerle salvación y darle la oportunidad de ser salvo de sus pecados y de tu juicio por ellos. Amén”.