viernes, 12 de abril de 2013

¡Toma mi voluntad, Oh Señor!
 
I
No me es fácil aceptar
Qué es lo que tú quieres
O lo que no quieres,
A mi en tu gracia conceder
O negar, soberano Señor.
II
Tengo que aprender
A estar contento siempre;
Ya sea que tengo o no tengo
Lo que deseo para mí, Señor.
III
Eres tú, oh Señor
Quien sabe mejor que yo
Qué es lo que necesito.
Eres tú, oh Señor,
Quien sabe mejor que yo
Lo que debo hacer.
IV
Eres tú, oh Señor,
Quien conoce mejor que yo
A dónde debo ir.
Eres tú, oh Señor,
Quien conoce mejor que yo
En dónde te he de servir.
Eres tú, oh Señor,
Quien sabe mejor que yo
Con quién te he de servir.
V
Hacer tú voluntad siempre
Es lo que a mí me agrada.
Hoy todavía me opongo a ella
Por ser tan pecador.
Pero ruego que llegue el día
En que tus deseos, sean los míos;
Tus caminos, mis caminos;
Tus pensamientos, los míos;
Tu agradable, santa
y perfecta voluntad, la mía.
VI
Mi voluntad toma, oh Señor.
Mi voluntad doblégala Tú, por favor.
No quiero vivir fuera de tu voluntad;
No quiero yo andar fuera de tus deseos.
Sólo viviendo en tu voluntad,
Dichoso y pleno voy a vivir.
Es por eso que hoy te suplico,
Dios y Señor mío,
Que tomes mi voluntad,
Y la hagas tuya y de nadie más.
 
Trujillo, 9 de junio de 1998.

jueves, 11 de abril de 2013

¿Hay Señor algo aquí que a ti se pueda comparar?

I
¿El poseer o tener a nuestra completa disposición todo este mundo de vanidad?
¿O el contar con todo el respeto y la admiración de toda la humanidad?
¿O el entender y conocer todos y cada uno de los misterios de todo este complejo universo sin igual?
¿El gozar de todos los deleites y de todas las comodidades que en este presuntuoso mundo se pueda encontrar?
¿O el obtener los bienes más preciados y valiosos que el hombre jamás haya podido nunca soñar?
¿O el disfrutar de la compañía y la amistad de los personajes más reconocidos de este siglo que pronto ha de terminar?
¿Las cosas alistadas en todas las preguntas planteadas podrán compararse a ti, Gran Señor?
II
¡Qué‚ profunda es esta pregunta, Señor!
Y para poderla acertadamente responder,
Pensar detenidamente en lo que tú eres he;
Porque pensando cuidadosamente en lo que tú eres, Señor,
Con un juicio correcto de contestar he,
Si es que hay algo aquí que semejante a ti pueda ser
¡Ayúdame a resolver la interrogante, oh Señor!
III
Eres el Unigénito Hijo de Dios y mirándote nosotros a ti; podemos todos por siempre otra vez a Dios mismo volver a ver.
Eres el Hijo del Hombre y hallándote nosotros a ti; encontramos al hombre real y original, y al que todos nos debemos conformar.
Eres el Gran Creador y creyendo nosotros en ti, comprendemos al universo como lo quieres tú, y comprendiéndolo nosotros así, lo podemos realmente señorear.
IV
Eres la fuente de toda vida y viviendo nosotros en ti, tendremos otra vez ya desde aquí,
la vida que perdimos por pecar.
Eres el que Moriste en cruenta cruz y teniendo fe nosotros en ti, perdonados por tu preciosa sangre vamos a ser y nuevamente limpios tú nos vas a ver.
Eres el Camino Seguro hasta Dios y transitando nosotros por ti, andamos sin el peligro de perdernos ya nunca más, hasta con Dios mismo ir a habitar.
V
Eres la Luz de este oscuro mundo y alumbrados nosotros por ti, podemos de nuestra vida para siempre sacar, las sombras que la quieren hoy ocupar.
Eres el Buen Pastor y guiados y apacentados nosotros por ti, los dulces pastos y las refrescantes aguas, vamos por siempre a disfrutar.
Eres la Bendita Resurrección y muriendo nosotros en ti, en el tenebroso sepulcro la muerte no nos podrá ya por mucho tiempo retener.
VI
Eres el Alfa y la Omega y afirmados nosotros en ti, volvemos  al principio y fin original que perdimos por a Dios abandonar.
Eres el Pan de Vida y comiendo nosotros de ti, saciados por siempre vamos aquí y en la eternidad a vivir.
Eres Manantial de Agua de Vida y bebiendo nosotros de ti, ríos de agua viva de nuestro interior van a fluir y nunca más de sed volveremos ya a sufrir.
VII
Eres Mediador Eficaz y teniéndote a nuestro favor nosotros a ti, nunca el justo e iracundo juicio de Dios volveremos más a enfrentar.
Eres Aquel que Ya Pronto Viene y esperando nosotros a ti confiados y optimistas en este sufrido mundo vamos todos a vivir.
Eres el que tiene la fuerza que fortalece a los hijos de Dios y teniendo nosotros nuestras fuerzas de ti y en ti, victoriosos por siempre contra la carne, el mundo y el Diablo, nosotros vamos a ser.
VIII
¡Sí!, ¡sí! Esto... y mucho más es lo que tú eres, Señor!
Por esto con toda certeza puedo hoy contestar he:
Que no hay nada aquí que se te  pueda asemejar y mucho menos comparar.
Es a ti, por tanto, a quien yo por siempre debo seguir;
Y a quien toda mi vida voy a servir;
Porque solamente haciendo yo así,
Con gozo perpetuo voy a vivir.
IX
¡Oh Señor! Porque no hay nada que se te pueda comparar;
Ayúdame para que mientras viva yo por aquí:
Crecer en conocerte y en entenderte más y más pueda buscar.
Porque haciendo yo esto aquí,
Más confiadamente la lucha contra Satanás y el mal voy a pelear.
De manera que ya nunca, mientras viva yo aquí,
A este mundo vacío y pasajero me vuelva nuevamente a conformar.
Porque aunque tenga que vivir aquí,
Hasta que tú a tu Iglesia vengas ya a buscar y al cielo llevar,
Siempre pueda yo a todos constantemente afirmar:
¡Qué no hay nada aquí que se pueda a ti, oh gran Señor y poderoso salvador,
Nunca jamás comparar!
 
Trujillo, 6 de octubre de 1994

martes, 9 de abril de 2013

El problema del amor
 
I
Escuche una vez a alguien decir
Que el amor es imposible de medir.
Que ni la regla ni la balanza lo pueden hacer:
La primera, porque no lo ve
Y la segunda, porque coger al amor no puede.
II
¿Cuánta verdad tiene esta “conjetura”?
¿O no tiene, tal vez, ni siquiera una?
¿O quizás el que esto afirmó
no conoce aún lo que es el amor?
Y si es que ha vivido sin conocer el amor,
¿Cómo es que ha vivido?
¿O es que, a lo mejor, aún no ha vivido?
III
¿Se puede vivir realmente sin que haya amor?
¿Puede, acaso, ser esto posible?
¡Líbreme, Dios, de pensarlo siquiera!
¡Vivir sin amor!
¡Que absurdo más absurdo!
Sin amor no se puede existir,
Ni con alegría verdadera vivir,
Pues, nada tiene uno que compartir;
Lo mejor que podemos hacer todos es morir,
Pues, la vida sin amor es muy difícil de concebir.
IV
La ausencia del amor no es fácil de aceptar,
No coincide con la realidad,
Ni con nuestro profundo deseo de amar,
Ni de junto al ser amado estar.
No podemos su ausencia aceptar,
Ni su incapacidad para ser medido.
Pues, aun cuando la regla métrica no lo mida,
Ni la balanza física lo perciba,
¡El amor... sí tiene su medida!
V
La medida del amor son los hechos.
Los hechos, los hechos buenos,
que a favor del prójimo ejecutamos.
¿Quieres saber cuánto a otros tú amas?
Responde estas preguntas y lo sabrás,
¿Cuánto bien les haces a ellos?
¿Cuánto de ti les has entregado?
¿Cuánto por otros te has sacrificado?
Si mucho les has dado, mucho, también, amas;
Si les has dado poco, poco, también, amas;
Si nada les has dado, nada, también, amas.
La respuesta que tú hayas dado,
Esa, y sólo esa es la que muestra:
¡Cuánto a otros tú amas!
VI
Ahora, tal vez, tú, quieras conocer,
¿Cuánto te aman otros a ti?
La misma medida tienes que aplicar;
Sólo así podrás saber,
Si otros a ti te aman.
Si es que mucho te dan, mucho, también, te aman;
Y si es que muy poco, muy poco, también, te aman;
Y si nada te dan, nada, también, te aman,
¿Cuál de las tres alternativas será la tuya?
Dichoso o triste serás al descubrirla.
VII
Ahora es cuando debo de contarte
Que hay alguien que a ti te ama.
El amor de esta persona es muy grande,
Tan..., pero tan grande;
Que las dimensiones existentes
Suficientes no son para medir
El amor que esta persona te tiene.
Es del amor de Dios del que hablo:
Un amor tan excelso y sublime,
Que no hay quien lo iguale
Y menos que lo supere.
VIII
De este amor
Para terminar voy ha escribirte.
Del amor de Aquél que nos ha creado;
Y que su inmenso amor nos ha revelado:
Jehová Dios es Su nombre,
Y el amor es su esencia.
El y  Solamente El,
a su Hijo Unigénito al mundo ha dado
Y por su sacrificio nos ha salvado.
Así Dios a todos nos ha enseñado
Que el amor no puede jamás estar guardado,
Siempre, siempre debe ser manifestado.
IX
El amor de Dios
En Jesús Mesías se ha encarnado.
Y es Jesús Mesías quien a todos demanda:
A amar como Dios en él nos ha amado.
Y El tanto a nosotros ha amado;
Que Su vida ha sacrificado
Y Su sangre preciosa ha derramado.
Y así a nosotros del pecado
Y de todo castigo nos ha librado.
Y ahora ya para siempre,
La vida eterna por fe en Su Nombre nos ha dado.
Y de este modo nos ha demostrado,
Lo que ya antes sobre el amor hemos comentado,
Pues a sí mismo El se nos ha dado,
Y este acto, que mucho sacrificio le ha costado,
mucho bien a nosotros nos ha dado.
X
Es por esto que hoy en día,
Los seguidores de Jesucristo estamos obligados
(No por fuerza ni por juicio,
Sino por gratitud y por gracia,
Y por haber el amor perdonador de Dios experimentado)
A amar como Dios en Jesús nos ha amado,
Con el mismo amor con el cual aún nos ama,
Y con el amor con él que por siempre Jamás nos amará;
El cual, como dice Su Palabra Santa,
Nunca deja de ser,
Pues, es el vínculo perfecto.
XI
Es por esto que terminando te digo;
A ti, y a toda persona que lea lo aquí escrito.
Que sólo amando como Dios y Cristo aman,
Podremos vivir todos felices.
Porque en el corazón que así ama
No hay lugar para el odio y la injusticia,
Ni para la envidia y la codicia,
Y mucho menos para la amargura y el resentimiento.
Así que si feliz quieres vivir
Del amor de Dios llena tu ser.
XII
Y esto posible es,
Si a Jesús como Señor tú aceptas.
Porque Dios a los que lo hacen,
El privilegio concede,
De amar como él ama.
Porque por su Espíritu Santo,
Con su mismo amor sus corazones inunda,
Y capacitados para amar como él,
Así los que creen en Jesús y le siguen quedan.
 
S. Rodríguez
1995
¡Amor supremo!
I
¡Qué amor más grande que el de Dios!
¡Qué amor más grande que el de Dios Padre!
¡Qué amor más grande que el de Dios Hijo!
!Qué amor más grande que el de Dios Espíritu Santo!
!Qué amor más grande que el del Uno y Trino Dios!
II
¡Qué amor más sacrificado que el de Dios!
¡Qué amor más sacrificado que el de Dios el Padre!
¡Qué amor más sacrificado que el de Dios el Hijo!
¡Qué amor más sacrificado que el de Dios Espíritu Santo!
¡Qué amor más sacrificado que el del Uno y Trino Dios!
III
Porque el Padre nos amó:
A Su Hijo Unigénito nos dio,
Que lo matáramos permitió,
Por nosotros él lo desamparó
Y por Su sacrifició así nos salvó.
IV
Porque el Hijo nos amó:
Desde el cielo descendió,
A su Padre él dejó,
Naturaleza humana adoptó,
Su vida en la cruz entregó
Y de la condenación eterna así nos libró.
V
Porque el Espíritu Santo nos amó:
Del Padre y del Hijo se separó,
En cuerpo humano morar decidió,
Su santidad  nos compartió,
En nuestro consolador se constituyó
 Y hoy es él nuestro transformador
y nuestro santificador.
VI
Este amor es supremo;
Sólo Dios ama así.
No piensa él en Sí,
Mas en el pecador necesitado sí.
Este amor es supremo
Su duración para siempre es.
Con él Dios consigo nos ha vinculado.
Nada ni nadie de él nos separará.
VII
Este amor es supremo;
Así todos debemos amar,
No buscar nada para nosotros;
Pero sí todo para los otros.
Este amor es supremo;
Así todos debemos amar,
No pensar nada en nosotros;
Pero sí mucho en los otros.
VIII
Este amor es supremo
Los cristianos a él nos debemos.
Este amor es supremo
Sólo a Dios amar debemos.
Este amor es supremo
Para Dios vivir debemos.
Este amor es supremo
A Dios que servir tenemos.
Este amor es supremo
Por Dios sacrificarnos debemos.
Este amor es supremo;
Solo a Dios y a nadie más:
Honrar, glorificar y adorar,
mientras vivamos en la tierra
Y por la eternidad debemos.
 
Segundo Rodríguez
11 de junio de 1998
Trujillo - Perú