El problema del amor
I
Escuche
una vez a alguien decir
Que
el amor es imposible de medir.
Que
ni la regla ni la balanza lo pueden hacer:
La
primera, porque no lo ve
Y
la segunda, porque coger al amor no puede.
II
¿Cuánta
verdad tiene esta “conjetura”?
¿O
no tiene, tal vez, ni siquiera una?
¿O
quizás el que esto afirmó
no
conoce aún lo que es el amor?
Y
si es que ha vivido sin conocer el amor,
¿Cómo
es que ha vivido?
¿O
es que, a lo mejor, aún no ha vivido?
III
¿Se
puede vivir realmente sin que haya amor?
¿Puede,
acaso, ser esto posible?
¡Líbreme,
Dios, de pensarlo siquiera!
¡Vivir
sin amor!
¡Que
absurdo más absurdo!
Sin
amor no se puede existir,
Ni
con alegría verdadera vivir,
Pues,
nada tiene uno que compartir;
Lo
mejor que podemos hacer todos es morir,
Pues,
la vida sin amor es muy difícil de concebir.
IV
La
ausencia del amor no es fácil de aceptar,
No
coincide con la realidad,
Ni
con nuestro profundo deseo de amar,
Ni
de junto al ser amado estar.
No
podemos su ausencia aceptar,
Ni
su incapacidad para ser medido.
Pues,
aun cuando la regla métrica no lo mida,
Ni
la balanza física lo perciba,
¡El
amor... sí tiene su medida!
V
La
medida del amor son los hechos.
Los
hechos, los hechos buenos,
que
a favor del prójimo ejecutamos.
¿Quieres
saber cuánto a otros tú amas?
Responde
estas preguntas y lo sabrás,
¿Cuánto
bien les haces a ellos?
¿Cuánto
de ti les has entregado?
¿Cuánto
por otros te has sacrificado?
Si
mucho les has dado, mucho, también, amas;
Si
les has dado poco, poco, también, amas;
Si
nada les has dado, nada, también, amas.
La
respuesta que tú hayas dado,
Esa,
y sólo esa es la que muestra:
¡Cuánto
a otros tú amas!
VI
Ahora,
tal vez, tú, quieras conocer,
¿Cuánto
te aman otros a ti?
La
misma medida tienes que aplicar;
Sólo
así podrás saber,
Si
otros a ti te aman.
Si
es que mucho te dan, mucho, también, te aman;
Y
si es que muy poco, muy poco, también, te aman;
Y
si nada te dan, nada, también, te aman,
¿Cuál
de las tres alternativas será la tuya?
Dichoso
o triste serás al descubrirla.
VII
Ahora es cuando debo de contarte
Que
hay alguien que a ti te ama.
El
amor de esta persona es muy grande,
Tan...,
pero tan grande;
Que
las dimensiones existentes
Suficientes no son para medir
El amor que esta persona te tiene.
Es
del amor de Dios del que hablo:
Un
amor tan excelso y sublime,
Que
no hay quien lo iguale
Y
menos que lo supere.
VIII
De
este amor
Para
terminar voy ha escribirte.
Del
amor de Aquél que nos ha creado;
Y
que su inmenso amor nos ha revelado:
Jehová
Dios es Su nombre,
Y
el amor es su esencia.
El y Solamente El,
a
su Hijo Unigénito al mundo ha dado
Y
por su sacrificio nos ha salvado.
Así
Dios a todos nos ha enseñado
Que
el amor no puede jamás estar guardado,
Siempre, siempre debe ser manifestado.
IX
El
amor de Dios
En
Jesús Mesías se ha encarnado.
Y
es Jesús Mesías quien a todos demanda:
A
amar como Dios en él nos ha amado.
Y
El tanto a nosotros ha amado;
Que
Su vida ha sacrificado
Y
Su sangre preciosa ha derramado.
Y
así a nosotros del pecado
Y
de todo castigo nos ha librado.
Y
ahora ya para siempre,
La
vida eterna por fe en Su Nombre nos ha dado.
Y
de este modo nos ha demostrado,
Lo
que ya antes sobre el amor hemos comentado,
Pues
a sí mismo El se nos ha dado,
Y
este acto, que mucho sacrificio le ha costado,
mucho
bien a nosotros nos ha dado.
X
Es
por esto que hoy en día,
Los
seguidores de Jesucristo estamos obligados
(No
por fuerza ni por juicio,
Sino
por gratitud y por gracia,
Y
por haber el amor perdonador de Dios experimentado)
A
amar como Dios en Jesús nos ha amado,
Con
el mismo amor con el cual aún nos ama,
Y
con el amor con él que por siempre Jamás nos amará;
El
cual, como dice Su Palabra Santa,
Nunca
deja de ser,
Pues,
es el vínculo perfecto.
XI
Es
por esto que terminando te digo;
A
ti, y a toda persona que lea lo aquí escrito.
Que
sólo amando como Dios y Cristo aman,
Podremos
vivir todos felices.
Porque
en el corazón que así ama
No
hay lugar para el odio y la injusticia,
Ni
para la envidia y la codicia,
Y
mucho menos para la amargura y el resentimiento.
Así
que si feliz quieres vivir
Del
amor de Dios llena tu ser.
XII
Y
esto posible es,
Si
a Jesús como Señor tú aceptas.
Porque
Dios a los que lo hacen,
El
privilegio concede,
De
amar como él ama.
Porque
por su Espíritu Santo,
Con
su mismo amor sus corazones inunda,
Y
capacitados para amar como él,
Así los que creen en Jesús y le siguen quedan.
S. Rodríguez
1995
No hay comentarios:
Publicar un comentario