Nos levantamos muy temprano porque nos
recogerían a las 8 de la mañana para ir a servir en dos iglesias. Las 8 de la
mañana en Uruguay es igual a las 5 de la mañana en Perú. Esto implica que nos
levantamos a las 4 de la mañana de Perú o las 7 de la mañana de Uruguay.
El pastor Ovidio Acevedo, quien apacienta las
congregaciones que visitaríamos, llegó a vernos a la 8 en punto. Gracias a
Dios, nosotros, aunque teníamos sueño, estábamos listos para viajar. En el
trayecto a la Iglesia Evangélica Emanuel de San Fernando, del Departamento de
San José, Uruguay, que fue de una hora y media, Elena se durmió.
La Iglesia Evangélica Emanuel es una obra
nueva de la Misión Evangélica Uruguaya. La Misión compró el local a una iglesia
bautista que cayó en desgracia y se dispersó debido al pecado del varón que la
dirigía. El pecado de este varón es un estorbo para el esfuerzo misionero y
evangelístico que se está haciendo allí porque la gente de la comunidad aún
recuerda lo que él hizo, aunque han pasado ya más de 10 años de eso. El pecado
siempre hace eso, daña el testimonio del evangelio y estorba la obra de Dios en
la vida de los que no siguen a Cristo.
Las hermanos que conocimos muy amables. Nos
sentimos en familia porque somos familia. Cristo y su espíritu nos unen. En
esta iglesia hablé de la escasez de obreros y de la necesidad de orar para Dios
envíe más. Cuando nos presentamos como familia, cantamos el himno “!Oh que
hermoso es ser un cristiano!”. Al final del servicio, tuvimos un tiempo de
comunión con los hermanos y comimos un delicioso buffet.
Después de visitar esta iglesia, empezamos
nuestro viaje a la Iglesia Evangélica Emanuel del Cerro, en el Departamento de
Montevideo, Uruguay. Allí, conoceríamos a la familia del pastor Ovidio y
almorzaríamos en su casa. Cuando llegamos, también fuimos recibidos con
amabilidad y gentileza. La familia del pastor Ovidio reflejaba el amor de
Cristo. El almuerzo fue delicioso y la comunión también. Luego, descansamos un
poco, para estar reposados para el servicio nocturno.
El servicio fue muy bueno. Gracias a Dios,
nosotros conocíamos todos los cantos que se cantaron. Cuando nos presentamos,
Leneida y yo dimos nuestro testimonio. Yo hablé de mi salvación en Cristo y
ella del porqué es que se casó conmigo. Luego de eso, se presentaron mis hijos.
Finalizamos cantando el himno “No hay otro Jesucristo” (compuesto por el pastor
Enoc Príncipe).
Mi mensaje se centró en ser un testimonio y
en testificar de Cristo a los que no lo conocen. Los hermanos escucharon con
atención la exposición de la palabra. El mensaje se prestaba también para
presentar el evangelio y lo hice. En el servicio habían algunas visitas. Al
finalizar, cuando hice la invitación, dos mujeres levantaron las manos indicando
su deseo de seguir a Cristo. Fue un gozo ver esta respuesta en los oyentes.
Cuando terminó el servicio, hubo un tiempo de
comunión con bocaditos incluidos. Se formaron grupos de conversación. Me gocé
cuando vi al pastor Ovidio hablar con las personas que tomaron decisión por
Cristo.
Emprendimos el retorno a nuestro hospedaje
como a las 10 de la noche de Uruguay (7 de la noche de Perú). Llegamos a
nuestro hospedaje en el campamento Emanuel en Guasuvirá como a las 11.30 de la
noche. Estábamos muy cansados, pero muy contentos de haber predicado la palabra
de Dios y de haber disfrutado del compañerismo de nuestros hermanos en Cristo. ¡Gracias
a Dios por tanta bondad!
Por favor, al recordar a estas dos iglesias y al pastor Ovidio y su familia oremos por ellos. En especial, pidamos que Dios envíe un obrero para ser pastor en la Iglesia Evangélica Emanuel de San Fernando. Los hermanos quieren tener un siervo que los pastoree. Oremos también por el pastor Ovidio, para tenga fuerza y sabiduría para cuidar ambas congregaciones.
Por favor, al recordar a estas dos iglesias y al pastor Ovidio y su familia oremos por ellos. En especial, pidamos que Dios envíe un obrero para ser pastor en la Iglesia Evangélica Emanuel de San Fernando. Los hermanos quieren tener un siervo que los pastoree. Oremos también por el pastor Ovidio, para tenga fuerza y sabiduría para cuidar ambas congregaciones.
Segundo Rodríguez
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