sábado, 22 de febrero de 2014

Primera semana completa y segundo Domingo en Uruguay

Después de reposar dos días como familia, y de disfrutar la hospitalidad de Pedro y su familia, quienes son nuestros anfitriones en este lindo país, emprendimos nuestro viaje a Treinta y tres. Viajamos por 5 horas en un cómodo bus y siendo testigos de un paisaje con un verdor impresionante.
Tuvimos ministerio con niños en el Campamento Betel. Allí, yo enseñé a los niños, que Dios es real y que su adversario el diablo también. Enseñé a ellos que la palabra a Dios y la obediencia a ella nos guían a Cristo para ser salvos y nos dan victoria contra el engaño y las maquinaciones del diablo. El director del campamento y las consejeros testificaron que hubieron varios niños que profesaron fe en Cristo. Es mi ruego a Dios, que los guarde y haga crecer su fe. Mi esposa sirvió como consejera. Mis hijos y yo cantamos y enseñamos tres himnos que cantamos en Perú. Fue muy edificante conocer a nuevos hermanos y hermanas y servir al Señor junto a ellos.
Del campamento Betel, Juan Manuel y Sandra, quienes son esposos, tienen una niña y viven en Vergara, nos llevaron a Vergara para predicar en la iglesia en la reunión de jóvenes del Sábado y en la reunión del Domingo por la mañana. El Vergara conocí al pastor Ricardo y a su esposa. A los jóvenes les hablé de la necesidad de orar por obreros. En la reunión dominical de la iglesia hablé sobre participar en misiones con oración y ofrendas. Fue un tiempo corto, pero muy provechoso. Tuvimos oportunidad de conocer más a Juan Manuel y a su esposa. Les animamos a seguir sirviendo a Dios con entusiasmo.

De Vergara, fui a la ciudad de Treinta y tres. Allí conocí al pastor Rubén Rodríguez, a su esposa Sara y a Victoria, su hija. El pastor Rubén y su familia nos recibieron y nos trataron con mucha amabilidad. Compartimos nuestros ministerios y compartimos la forma en que vemos la obra de Dios. Nuestras charlas con él y su esposa fueron muy edificantes. En la noche, me tocó predicar la palabra de Dios a los hermanos de la iglesia. Prediqué sobre lo que llamo “el ministerio de los esparcidos”, basado en la obra que hicieron los hermanos de Jerusalén luego de la persecución que sufrieron luego de la muerte de Esteban (Hechos 8:1-4; 11:19-21). La iglesia en Treinta y tres estaba llena (necesitan un local más espacioso, oremos para que lo tengan). Los hermanos me escucharon con atención y vi que captaron el desafío de la palabra de Dios. En la predicación presenté el evangelio y hubo un hombre que levantó la mano en señal de querer seguir a Cristo. El pastor Rubén habló un buen rato con él y testificó que el hombre aceptó a Cristo. ¡Gloria a Dios por eso!

Mi tiempo en Treinta y tres terminó el día Lunes. Disfruté de más conversaciones y más compañerismo con el pastor Rubén, su esposa y su hija. Dejé esa ciudad al atardecer y volví al Campamento Emanuel en Guasuvirá, Canelones, Uruguay, luego de un viaje de cinco horas.

Segundo Rodríguez

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