viernes, 31 de diciembre de 2010

¡Mi gratitud a los que aprecian, oran y ofrendan para los predicadores del evangelio y la obra que hacen para Dios!

"Por gratitud a los hermanos que por amor a Dios sostienen la obra que él está haciendo en este mundo".

Me convertí a Cristo a los 22 años. Fue un 29 de Junio de 1987. Una vez convertido, me pregunté: ¿Qué es lo que voy a hacer ahora? ¿A qué me dedicaré? Fue un momento crucial. Mientras meditaba en mi futuro y la vocación que seguiría, vino a mi mente este pensamiento: “Dedícate a predicar y a enseñar mensaje que ha cambiado tu vida”.

Empecé a predicar muy pronto. Primero di mi testimonio ante muchos. Lo hice en las iglesias y fuera de ellos. Luego di un mensaje y luego otro, otro y otro. Llevo predicando hasta hoy unos 23 años.
He visto conversiones a Cristo, crecimiento en mis hermanos y dedicaciones al ministerio. Dios ha bendecido el trabajo que he hecho.

Cuando tuve 22 años y me dediqué al ministerio de predicación y enseñanza de la palabra de Dios no fui consciente de lo que me costaría serlo. Estaba listo a servir. No me asustaron las dificultades del ministerio. Es muy simple… no las había experimentado, recién estaba empezando.

Ahora que ha pasado tanto tiempo y después de haber visto tantas cosas me he hecho estas preguntas: ¿Cómo es que he llegado hasta aquí? ¿Por qué he podido servir a Dios? ¿Por qué seguiré aún sirviéndole?
Seguro que hay varias respuestas a mis interrogantes. Una de ellas es Dios, siempre Dios. Dios es todo y en todo. Por él somos y por él nos movemos. Como dice un canto: “Sin Dios nada somos en el mundo; sin Dios nada podemos hacer. Ni las hojas de los árboles se mueven, sino es por su poder…”.

No me quiero enfocar ni en esta respuesta ni en otras que puedan contestar las interrogantes que me he planteado. En este escrito quiero enfocarme en los hijos de Dios que hacen posible que haya predicadores y ministros de la palabra. Estos hijos de Dios son los que aprecian, oran y ofrendan para los predicadores y la obra que hacen para Dios en este mundo.

Así como el que se dedica al ministerio de predicación y enseñanza de la palabra de Dios es sensible al llamado divino y por obediencia a Dios se entrega a dicho trabajo; los que aprecian, oran y ofrendan para la obra de Dios y los predicadores, también son sensibles al llamado de Dios y es por obediencia y amor a él que hacen lo que hacen.

Los que aprecian y tienen por alta estima y amor a los predicadores me han estimulado sobremanera. Los predicadores somos como cualquier otro ser humano. Queremos que nuestro trabajo sea valorado y apreciado.

El mundo en que vivimos valora los oficiosos prestigiosos y bien remunerados; honra y alaba la ocupación que da éxito y prosperidad. Este mundo no estima ni valora el oficio de predicador de la palabra de Dios, al contrario de eso, lo menosprecia y hasta se burla del mismo.

Las personas que miran con buenos ojos el oficio de pastor, de misionero y de evangelista son muy importantes en la vida de un predicador. Gracias a Dios, yo siempre he encontrado hermanos y hermanas en Cristo que me han dicho: ¡Adelante, aprecio lo que haces para Dios!

Estos hermanos han aparecido y aparecen (y aparecerán) en momentos cruciales de mi vida. Sus palabras, sus miradas, sus gestos y sus acciones de aprecio me han animado y han hecho levantarme para seguir adelante. ¡Gracias hermanos, ustedes han hecho y hacen mucho por mí, mi familia y el trabajo que hacemos para nuestro Dios!

Los que oran e interceden por los predicadores me han sostenido y ayudado en momentos muy críticos de mi vida. La oración hace mucho por los predicadores. Pablo pidió a los hermanos de Roma que le “ayuden” orando por él a Dios. La oración “ayuda… y ayuda mucho.” Es por eso que un amigo mío dice a la oración: “oracción”.

Cuánto me han ayudado y me ayudan (y me ayudarán) los que oran por mí. Eso no lo sabré totalmente mientras estoy en la tierra. Lo que sí sé es que he pasado días durísimos siendo soltero y siendo casado. Esos momentos han sido tan, pero tan duros, que ya no quería levantarme ni seguir en la carrera.

Pero estoy aquí, de pie, con ganas de seguir. No me he quedado postrado ni he renunciado a mi determinación de ser fiel y de servir al Señor cueste lo que cueste. ¿De dónde sale esa fuerza? Sale y me viene de ustedes, de los que oran e interceden por mí y mi familia.

Ustedes, que yo no veo físicamente, pero que están allí, recordándome y rogando por mí y mi familia ante Dios. Ustedes me ayudan, me sostienen y me desafían a seguir sirviendo.

Los predicadores somos como todos los seres humanos. Pecamos, nos cansamos, nos desanimamos, nos acobardamos, etc. Sus oraciones hacen que nos arrepintamos, que tengamos fuerzas, que cobremos ánimo, que tengamos valor, etc.

¡Gracias a Dios por ustedes, que oran e interceden por mí! ¡Lo que soy y lo que hago de bueno en el servicio a Cristo y su reino es gracias a que ustedes me ayudan con sus oraciones!

Los que ofrendan por los predicadores satisfacen las necesidades mías y de mi familia y permiten que me movilice para hacer la obra de Dios. Cuando fui soltero me preocupé mínimamente por la comida, el vestido, la vivienda, la movilidad,… y el dinero que nos permite tener esas cosas.

¿Por qué no me preocupé mucho por eso? Porque era joven, mis padres estaban cerca y no era tan responsable que digamos. Cuando fui a prepararme para el ministerio tuve que trabajar para pagar mis gastos de educación. Fui allí cuando empecé a entender que “la obra de Dios cuesta dinero”.

La primera vez que fui a predicar lejos de mi ciudad pensé así: “para servir al Diablo he ido hasta caminando a lugares distantes, cuánto más para servir a Dios”. No tenía miedo y estaba dispuesto a subirme a un camión y viajar y viajar hasta llegar al lugar en que iba a predicar. Recuerdo que no tuve dinero para empezar el viaje sino hasta el mismo día en que tuve que partir. El pastor de la iglesia anunció que me iba a predicar y recogieron una ofrenda para mis gastos de viaje.

Yo estaba dispuesto a ir y me iba a ir hasta tirando dedo, como se dice. Mi determinación a ir no dependía de la ofrenda, me iría hasta sin ella, pero... ¡qué bueno y que bendición que recogieron y que me dieron esa ofrenda! ¡Esa ofrenda me ayudó a ir e ir más rápido al lugar en que iba a predicar!

A través de mis 23 años de ministerio he ido aprendiendo que hacer la obra de Dios cuesta dinero. Dicho aprendizaje ha sido más y más consciente estando ya casado. En especial, mi aprendizaje sobre la importancia y el valor que tienen los que ofrendan y dan dinero para cubrir las necesidades del predicador, su familia y su ministerio han sido mayores en estos 5 últimos años.

La vida se ha hecho dependiente del dinero. Ahora una persona “no puede” ni tomar agua sin que pague dinero o sin que otro pague por él. Desde luego, existen aún lugares en los que uno puede tomar agua gratis, pero en mi ciudad, la ciudad en que vivo, tomar agua cuesta dinero.

Ayer mismo, al tomar un taxi, el conductor comenzó a criticar a un predicador que se está, según él, “enriqueciendo” con las ofrendas. Le escuché por un buen tiempo y luego comencé a explicarle cómo las ofrendas permiten que la obra de Dios se haga. No excusé al predicador que “puede” estar haciendo un mal uso de las ofrendas del pueblo de Dios, pero le expliqué como las ofrendas sostienen a los predicadores y la obra que hacen.

Al despedirme de él, cuando llegué a mi destino, le dije: “Te aseguro que tú no estarías muy contento si es que yo te dijera: mira soy un predicador, hago la obra de Dios, no tengo que pagarte nada”. El conductor, me sonrío, me miro a los ojos y me recibió el pago por la carrera que me hizo. Mi conversación con él fue muy buena y él entendió que el predicador es un trabajador “como” cualquier otro y que las ofrendas son “como” su salario.

Al estar casado y tener tres hijos (y una hija en adopción no formal) he aprendido cuánto bien hacen a la obra de Dios los que ofrendan para los predicadores y la obra que hacen. El predicador y su familia necesitan vivienda, alimento, vestido, movilidad, etc.

La vida en el mundo moderno requiere cada vez de muchas más cosas para funcionar eficientemente dentro del mismo. ¿Cómo las obtienen los predicadores? ¿Cómo es que sus familias son provistas? ¿Cómo es que pueden movilizarse y tener la logística necesaria para su trabajo?

Los predicadores, nuestras familias y nuestros ministerios son posibles gracias a ustedes queridos y apreciados hermanos. Ustedes nos sostienen a nosotros, a nuestras familias y a la obra que hacemos. Ustedes son muy importantes en la vida de todo predicador, su familia y su ministerio. Lo que se ha hecho, se hace y se hará para Dios en este mundo es gracias a ustedes, que ofrendan y dan dinero para la obra de Dios.

¡Gracias a Dios por ustedes que ofrendan y suplen las necesidades mías, de mi familia y del ministerio que realizo! ¡Lo que hago para Dios y por su reino por dondequiera que voy es gracias a ustedes! ¡Gracias, hermanos!

A modo de conclusión:

Cuando empecé a predicar no tuve ni la menor idea de que iba a vivir de este mi trabajo. No fue como escoger una carrera profesional o cualquier otro oficio. No pensé en ganar dinero para sostenerme a mí, en ese tiempo, ni a mi familia en el presente. Yo solamente quise servir a Dios, a su iglesia y la humanidad predicando el evangelio de Jesús.

En todos estos años Dios me ha sostenido. No me ha fallado; yo sí y muchas veces. Lo que él ha hecho por mí y mi familia hasta hoy me hace ver mi futuro con esperanza. Si él no me lleva aún y si quiere que siga sirviéndole como predicador, me sostendrá... ¡de eso estoy seguro! Como dice mi esposa: “Dios nos cuidará y proveerá”.

He terminado un año más de servicio a Dios y a su reino. He escrito estas palabras para agradecer a mis hermanos y a las iglesias a través de quiénes Dios me ha sostenido y sostiene. Durante todo este tiempo he visto la mano de Dios sobre mí, mi familia y ministerio.

He visto la mano de Dios a través de ustedes: que me aprecian por ser lo que soy; que oran por mí, mi familia y ministerio; y que ofrendan para mis necesidades y el ministerio que realizo. ¡Dios me sostiene a través de ustedes!

¡Muchas gracias, hermanos! ¡Ustedes son muy importantes para mí, mi familia y mi ministerio! ¡Ustedes son vitales para el avance del reino de Dios en todo el mundo! ¡Solo la eternidad revelará todo el bien que ustedes han hecho al apreciar, orar y ofrendar para los predicadores, sus familias y sus ministerios!

El reino de Dios requiere de más y más personas como ustedes. Muchas más personan serán salvas por creer en Jesucristo gracias a personas como ustedes. El mundo tiene esperanza y oportunidad mientras haya hijos de Dios como ustedes.

¡Qué Dios les bendiga y prosperé en todo lo que emprendan!

Con aprecio, amor y mucha gratitud.
Segundo Rodríguez

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Dios está buscando personas como Nehemías

Nehemías: El hombre de Dios que encabezó la restauración de Jerusalén
(Nehemías 1:1-11).

Dios siempre quiere que su pueblo esté mostrando su poder y su gloria a través de su buena conducta.

Había transcurrido mucho tiempo desde que su juicio sobre los judíos se había consumado; era ya el momento de restaurar a la nación.

Era el tiempo de restaurarla porque los judíos y la ciudad de Jerusalén, tal como nos dice el relato bíblico, se encontraba en una situación muy bochornosa.

Los testigos de estos hechos dijeron a Nehemías: “El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas por el fuego”(1:3).

Para un trabajo tan importante, Dios necesitaba de un hombre, un hombre que se involucrará y se entregará con todo su corazón a restaurar el símbolo de la vida religiosa y píadosa de los judíos: la ciudad santa de Jerusalén.

El hombre que Dios usó para esta importante misión fue Nehemías. ¿Porqué él, y no otro? La repuesta a esta interrogante se encuentra en el capítulo 1 y en todo el libro de Nehemías.

En el tiempo presente. Dios desea también tener a su iglesia en todo su poder y mostrando toda la gloria de la que él mismo la ha revestido.

La iglesia, al igual que el pueblo judío, también es muchas veces desobediente y rebelde. Por está causa Dios juzga a su iglesia y la pone entre los hombres como objeto de vituperio y burla.

¿No se burla la gente de este mundo cuando oye y ve que los hijos de los cristianos se comportan moralmente peor que los hijos de los que no siguen a Cristo?

¿No es vitupereada la palabra de Dios y el propio Señor Jesucristo cuando una familia de cristianos es desvastada por el divorcio de los esposos?

¿Acaso no se ríen los no cristianos de la palabra de Dios cuando un pastor deja a su esposa y se va con la esposa de su diácono?

Podríamos alistar una serie de hechos mostrar como el mundo recibe "motivos" para menospreciar a los cristianos y burlarse de ellos.

Mas Dios no quiere que su iglesia viva así por siempre. Al contrario, Dios quiere que su iglesia sea siempre poderosa y victoriosa.

Actitudes y gestos como las del pastor aquel que intentó quemar el Korán como una manera de conmemorar el atentado de las torres gemelas de Nueva York dañan el testimonio del evangelio y desacreditan lo que la Biblia dice, lo cual a su vez afecta la manera en que el mundo ve a los cristianos.

Esto a su vez afecta al cristiano que tiene que enfrentarse ante las personas de este mundo día a día. Dicha afectación se nota en que a muchos cristianos les falta el gozo y el vigor que siempre han acompañado a los hijos de Dios al andar en este mundo que es adverso a Jesús.

Por está causa, el testimonio de Jesucristo y de su evangelio está venido a menos en muchas de las ciudades de este mundo.

Es tiempo de que los cristianos nos preocupemos y trabajemos arduamente para restaurar la vida espiritual de la iglesia y del evangelio en dondequiera que nos encontremos.

Al igual que antes, Dios está buscando hoy hombres y mujeres que sean sus intrumentos para realizar este importante trabajo. ¿Estamos nosotros dispuestos a que Dios nos use en la restauración del testimonio de la gloria de Su Hijo Jesucristo y del evangelio que él trajo a este mundo en oscuridad?

Si nosotros estamos interesados en ser los instrumentos de Dios para hacer realidad esta restauración, este libro de Nehemías nos ayudará mucho. En especial el capítulo 1, que es el capítulo en el que se nos muesta las características básicas y fundamentales del hombre(s) o mujer(es) que Dios que Dios usa para hacer trabajos de esta índole.

Las características básicas que tuvo Nehemías, y que le permitieron ser el instrumento de Dios para restaurar el testimonio de su sufrido y derrotado pueblo fueron:

1.Interés genuino por la condición de vida de sus hermanos (1:1-3)

2.Sufrimiento, angustia y dolor por el mal y la afrenta en las que se encontraban sus hermanos (1:4).

3.Intercesión reverente, escrituraría, humilde y empática ante Dios por sus hemanos (1:5-11).

4.Disposición a involucrarse personalmente en el grupo de todos los que estaban interesados en la restauración de la ciudad y el testimonio de sus hermanos (1:11).

Recordemos que estas mismas características quiere ver Dios en nosotros hoy para que nos considere como dignos de realizar la labor de restaurar el testimonio de Jesucristo y de la iglesia que él ha comprado con su sangre.

Se necesitan más y más cristianos con las características antes anunciadas. Hoy hay una gran necesidad de hombres que sean como Nehemías.

Hay una gran necesidad de personas que se interesen, se duelan, oren fervientemente y que trabajan por el bien de otros. Los cristianos debemos ser personas así. Debemos ser personas enfocadas en el bien de los otros.

Estoy seguro de que Dios usará grandemente a personas así. Tengo la certeza de que las personas que no conocen a Cristo notarán y se acercarán pronto a cristianos con estas características.

Es mi oración a Dios, que mientras has leído estas palabras, él te haya animado, desafiado y convencido de ser un cristiano como Nehemías.

Tú mismo, tu familia, tu iglesia, tu comunidad y, sobre todo, Dios esperan de ti una entrega, una conducta y una determinación como la de Nehemías.

Que tanto tú como yo seamos los Nehemías que Dios, la iglesia y la humanidad están esperando.

¡Apartarse del pecado, una característica distintiva de todo hijo de Dios!

Mateo 7:21-23 "Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad".

2 Timoteo 2:19 "El fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos, y apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo".

1 Juan 3:3 "Y todo aquél que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro".

Los textos bíblicos alistados son dignos de ser considerados y meditados con seriedad y temor. Dios es bastante claro en su palabra: Sus hijos tienen que estar lejos del pecado.

Si usted es un hijo de Dios por la fe en Jesucristo, lea con atención lo que sigue a continuación:

1. Definición del pecado:

Pecado es ir en contra de lo que Dios ha dispuesto. Desobedecerle.
Pecado es todo acto que dañe a Dios y otros.
Pecado es no hacer lo bueno, sino lo malo.
Pecado es también los deseos impuros y los sentimientos malos con el enojo, la amargura, resentimiento, la envidia, la codicia, etc.

2. Los hechos causados por el pecado en la vida de los hombres:

Uno puede ir al huerto de Edén y verá lo que hace el pecado.

Uno puede ver lo que ocurrió en la familia de Adán y Eva por causa del pecado.

Uno puede ir a cualquier montaña de la tierra y encontrará pruebas del diluvio universal: Murió toda una generación por el diluvio.

Uno puede ir a Sodoma y Gomorra y ver los niños y los niñas, los jóvenes y las señoritas, los adultos y las adultas, los ancianos y las ancianas, los sanos y los enfermos... Véalos a todos creciendo y "disfrutando" su pecado... Veálos luego corriendo desesperados con alaridos y aullidos cuando Dios derramó fuego y azufre sobre ellos.

Uno revisar la historia de los judíos y verá lo que trae consigo el pecado: muerte, dolor, desesperación, llanto, esclavitud, etc.

Uno puede ver los periódicos, las noticias en la tv y en la red. También puede pasear por la calles de cualquier ciudad del mundo y verá lo que hace el pecado en la vida de los hombres.

El pecado es algo que trae temor, vergüenza, dolor, amargura, frustración, separación, insatisfacción,... MUERTE. Muerte espiritual, muerte física y muerte eterna. La última, una vez ocurrida, ya es irremediable y mantendrá, al que la sufra, en tormento eterno, por los siglos de los siglos, en el infierno que arde con fuego y azufre.

3. Jesucristo y el pecado:

Jesucristo vivía en los cielos junto a su Padre y al Espíritu Santo. Vivía junto a ellos en completa unidad y armonía.

Desde allí y viendo lo que el pecado había causado y causaba en la tierra, Jesucristo se separó de su Padre y del Espíritu Santo y vino hasta este mundo.

Estando en la tierra, Jesucristo sufrió en sí mismo las horribles consecuencias del pecado de los hombres.

Jesús fue traicionado, calumniado, maltratado, objeto de burla, de burla y juzgado injusta y arbitrariamente.

Finalmente, Jesucristo fue asesinado brutalmente por los judíos con la complicidad de los romanos y de todos los que vivían en ese tiempo.

Desde luego, Jesús resucitó y venció a la muerte. Desde ese entonces, hay salvación, perdón de pecados, vida eterna y una vida nueva para todo aquel que cree en él de todo corazón.

4. El pecado es algo que el hijo de Dios odia, abandona y quiere desaparecer de su vida.

Como consecuencia de lo anterior, todo aquel que es un genuino hijo de Dios, se aparta decididamente del pecado.

En vez del pecado, el hijo de Dios anhela y busca ferviente y diligentemente la pureza y la santidad en toda área de su vida.

El hijo de Dios reconoce que la santidad y la pureza es la manera en que expresa su amor y su gratitud a Dios por los privilegios que él ha mostrado para con nosotros.

1 Corintios 6:19-20. ¿Quién vive en nosotros? EL ESPÍRITU SANTO. Si el que vive en nosotros es santo... ¿no deberíamos serlo también nosotros?

2 Corintios 6:14-7:1 Las promesas de Dios son: Ustedes serán mi pueblo - Yo les recibiré - Yo seré vuestro Padre. Estas promesas son el fundamente y motivación suficiente para limpiarnos de toda contaminación de carne y espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

Efesios 4:22-24. Tenemos que despojarnos del viejo hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos. Es nuestro deber renovarnos y vestirnos del nuevo hombre creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

2 Timoteo 2:22 nos exhorta a huir de las pasiones juveniles y a seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.

Conclusión:

Vivimos en un siglo en el que es muy difícil mantenerse lejos del pecado y de la iniquidad. La maldad nos asedia. Somos bombardeados con todo tipo de impureza.

Con todo, los que somos hijos de Dios estamos llamados a apartarnos del pecado. ¡Debemos alejarnos más y más de él cada vez!

El mundo quiere ver que los hijos de Dios somos distintos... que no soportamos el pecado y que no lo mantenemos en nuestra vida.

Dios quiere usarnos para su gloria impactando a todos aquellos que nos rodean. Para que Dios nos use es necesario nuestra santidad y pureza.

No hay maldad pequeña ni grande... la maldad es maldad y el hijo de Dios se aparta de ella. ¡Qué Dios nos ayude a apartarnos del pecado y de toda suerte de maldad!

Una palabra final, si lees este artículo y aún no eres hijo de Dios por la fe en Jesucristo, conviértete a él de todo corazón. Si haces esto, serás perdonado de tus pecados, serás libre del pecado y recibirás de Jesús el poder para apartarte del pecado.

Dice la Biblia: "Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Juan 8:36).

Diciembre, el mes de dar y... recibir

Diciembre: Dar y Recibir

Diciembre es el mes de dar. Desde luego, también es el mes de recibir. También, y esto como aclaración, muchos ganarán dinero en abundancia durante este mes. Los que ganarán dinero en este tiempo son los comerciantes, los grandes y los pequeños.

Los comerciantes podrán ganar dinero en este mes porque Diciembre es el mes de dar y de recibir. Diciembre ya no debe llamarse Diciembre, sino DAR y RECIBIR

En este mes son muchísimos los hombres y las mujeres que DARÁN algún obsequio a alguien. Asimismo, son muchos los que RECIBIRÁN obsequios:

• Los esposos “darán” algo a sus esposas y sus esposas “recibirán” dichos obsequios.
• Los padres “darán” regalos a sus hijos y los hijos “recibirán” esos regalos.
• Los hijos “darán” regalos a sus padres y los padres “recibirán” dichos regalos.
• Los hermanos “darán” obsequios a sus hermanos y ellos “recibirán” esos obsequios.
• Los amigos “darán” regalos a sus amigos y sus amigos “recibirán” dichos obsequios.

Podría seguir escribiendo quienes son los que darán regalos y quienes son los que los recibirán, pero no acabaría… así que lo dejo, para seguir con el porqué Diciembre se ha convertido en un mes así.

La razón fundamental es que se cree que en este mes nació Jesucristo, el enviado de Dios. No voy a discutir si nació o no nació en esta fecha. Ese es otro asunto. Lo único que quiero mostrar es que Diciembre tiene esta peculiaridad porque se cree que en este mes Dios nos “dio” a Su Unigénito Hijo Jesucristo, a nosotros los hombres.

La Biblia dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:16).

En este texto se afirma que Dios “dio” su Hijo a este mundo con el fin de que seamos salvos y tengamos vida eterna. Esta vida eterna es la preciosa vida de Dios en nosotros ahora, en este tiempo; y por la eternidad, cuando todo este mundo presente termine y empiece ya la maravillosa vida eterna en el mundo nuevo que Dios trae para nosotros (2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:3-4).

Esta vida eterna de hoy y del mañana es posible si es que “recibimos” con fe genuina y bíblica a Jesucristo, que es el “regalo” que Dios nos “ha dado” para ser salvos de la condenación eterna (Juan 3:18).

Te pregunto: ¿Qué vas a “dar” tú a los que amas en Diciembre? Te propongo y te animo que les des “algo" pero, que por encima de eso que vas a darles, les des a Jesucristo, que es quien puede salvarles y darles el verdadero gozo y la genuina paz que necesitan.

Te hago esta otra pregunta: ¿Qué vas a “recibir” tú de los que amas en este mes? Es posible que no lo sepas, aunque puede ser que sí. Con todo, de algo estoy seguro, estás muy listo y dispuesto a “recibir” dichos regalos, es más, ya quieres que te los den.

Empero, te pregunto y sé muy sincero en tu respuesta: ¿Has “recibido” ya genuinamente a Jesucristo, el regalo que Dios te “ha dado”?

Si ya lo has hecho, da gracias a Dios y sirve a Dios con temor reverente (Hebreos 12:28-29).

Si aún no lo has hecho, este el tiempo aceptable para “recibir” genuinamente lo que Dios te está “dando”. “Recibe” a Jesucristo con todo tu corazón y sé hijo de Dios (Juan 1:12-13).

El blog, una manera de trascender y bendecir a muchos al mismo tiempo

“Tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro son las maneras de trascender en la vida”.

Escuché este pensamiento de uno de mis profesores del Seminario Bautista del Perú, el difunto pastor Julio Tresierra. Yo no sé si lo que dijo es propio de él o si lo oyó o leyó de algún otro.

Él nos dijo esto a mí y mis compañeros de estudio. Nos lo dijo porque estábamos aprendiendo sobre la necesidad de escribir buenos libros y publicarlos.

El sentido de ese pensamiento es sencillo: uno trasciende en el tiempo y el espacio a través de un hijo, de un árbol y de un libro. Uno puede morir y partir de esta tierra, pero si ha tenido hijos, si ha sembrado un árbol o si ha escrito un libro, sigue viviendo en ella a través de sus hijos, de su árbol o de su libro.

Yo ya tengo por ahora tres hijos. No recuerdo haber sembrado un árbol y no sé si lo sembraré algún día. Tampoco he escrito un libro (propiamente dicho) y no estoy seguro de que logre escribir uno en algún momento.

La modernidad y la tecnología nos dan hoy otras maneras de trascender en el tiempo y en el espacio. Las fotografías, los videos, las revistas, las páginas web y los blogs nos ayudan mucho en esto de trascender e ir más allá de nuestro espacio y de nuestro tiempo.

Yo ya he creado un blog en el que comparto el trabajo que realizó para Dios y su obra de salvación en este mundo: http://mahabacuc.blogspot.com/
Los blogs nos permiten compartir fotos, videos y escritos en forma gratuita.

A través de un blog podemos compartir con personas de diferentes lugares al mismo tiempo. Trascendemos a las limitaciones del tiempo y del espacio con un blog. Yo quiero aprovechar el blog para trascender y bendecir a muchos. Creo que el blog nos ayuda a trascender, es por esto que le he dado este título a este escrito: El blog, una manera de trascender y bendecir a muchos al mismo tiempo.

He empezado este nuevo blog con el propósito de compartir lo que Dios me ha enseñado hasta aquí a través de su palabra. Compartiré escritos bíblicos, poesías teológicas y estudios bíblicos. Todo lo que aprenda y tenga tiempo de poner aquí, lo haré.

Comparto para bendecir y edificar. No busco otra cosa. "La vida es corta y hay que usarla para hacer cuánto bien podamos, a cuánta persona podamos y con todo lo que podamos." Escribir y publicar ideas buenas y desafiantes son maneras de hacer el bien a muchos. Está a mi mano hacerlo y lo haré mientras pueda y Dios me dé vida.

Agradezco a Dios por la tecnología y por los que fueron usados por él para dárnosla. Doy gracias a los que han trabajado duro para que la tecnología exista y para que esté al alcance de nosotros. También doy gracias a los creadores de los blogs, en especial a aquellos que gratuitamente nos dejan hacer uso de los mismos.

"El blog, una manera de trascender y bendecir a muchos al mismo tiempo".